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1 septiembre 2011 4 01 /09 /septiembre /2011 23:13

      Lo prometido es deuda, y como dije, vamos a ir desgranando los motivos que existen detrás de la existencia de algunas herejías. Con ello no quiero decir que los diferentes movimientos que desembocaron en ellas estén siempre exentos de motivos religiosos, ni mucho menos. Tan sólo me gustaría mostrar, en una sociedad que tiende a mirar de antemano siempre con simpatía a todo lo que signifique ir en contra de los fundamentos de la civilización cristiana y más concretamente, de la Iglesia Católica.

      Veamos el caso del crisitanismo copto (egipcio) referido a la rama monofisita. Cuando el Concilio de Calcedonia (año 451) definió dogmáticamente la doble naturaleza humana y divina que la única persona del Verbo Divino (Cristo) poseía, hubo pueblos cristianos, como el Egipcio o el Sirio, que optaron por no aceptar la palabra del Concilio, sino que permanecieron en la creencia de una sola naturaleza divina (por eso monofisismo -mono, una, physis, naturaleza-).

     ¿Pero fue verdaderamente éste el único motivo que llevó a la separación del pueblo egipcio -en su mayoría- del resto de la Iglesia Católica (en aquellos tiempos abarcaba también a la Iglesia Ortodoxa)? Parece que no; echemos la vista aún más atrás. En el 325, el Concilio de Nicea dictaminó que la sede alejandrina era la segunda en importancia después de Roma; no olvidemos que Alejandría era la sede del patriarcado copto. Hasta ahí todo bien; pero con el Concilio de Constantinopla del año 381 ese puesto se le concedió a Constantinopla, lo cual no fue muy bien aceptado por el Patriarcado de Alejandría. Así lo describe el franciscano Ignacio Peña, antiguo director de la magnífica revista Tierra Santa. Desde entonces, se abrió una brecha que hasta hoy no ha podido cerrarse ni con los católicos, ni con las demás Iglesias Ortodoxas encabezadas por el Patriarca de Constantinopla.

     Como he señalado antes, esto no significa que el cisma allí producido no tuviera motivos dogmáticos; no es esa mi intención. ¡Bendito sea aquel pueblo que tanta persecución sufre de manos de los musulmanes! Es cierto que en los primeros siglos del Cristianismo hubo muchas discusiones teológicas acerca de la verdadera naturaleza de Cristo, de su voluntad, y todo en relación al concepto de persona: debemos recordar que la antigua filosofía griega no conocían éste concepto tal y como nosotros lo entendemos, sino que el mismo fue poco a poco descubierto por la Iglesia. Pero tampoco es menos cierto que a veces en esas disputas primaban otros intereses que no eran los puramente teológicos.

     ¡Que todos seamos uno, como tu Cuerpo, Señor; como Tú solo eres Uno!

 

     Fuentes:

     Peña, Ignacio, ofm; La Iglesia Copta; en www.christusrex.org.

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