J.R.R. Tolkien (Bloemfontein -Sudáfrica-, 1892/Bournemouth, Hampshire -Inglaterra-, 1973), escritor y filólogo, autor de la maravillosa trilogía de El Señor de los Anillos y por ende creador del fantástico mundo de la Tierra Media, mantuvo una profunda vida cristiana a lo largo de toda su existencia. Por más añadidura, es esencial indicar que a pesar de ser británico, profesaba la fe católica.
En su misma obra se pueden rastrear importantes elementos religiosos, si bien no de forma explícita, sí de manera implícita o simbólica. Él mismo lo reconoció así en varias cartas. Tolkien mantuvo una abundante correspondencia tanto con sus editores, como con su mujer cuando mantenían tan sólo un noviazgo, así como con sus hijos. Fueron publicadas por Humphrey Carpenter, biógrafo del humilde filólogo, en colaboración del continuador de la saga Tolkien, su hijo Christopher. De esta selección de más de 300 cartas, me gustaría destacar un par de ellas, en las que nuestro querido escritor manifestó claramente su desacuerdo con la política antisemita mantenida por el estado nazi alemán. Ambas están fechadas el 25 de julio de 1938, poco antes del comienzo de la II Guerra Mundial. En la primera de ellas, Tolkien responde a sus editores tras haberles enviado éstos una carta de la empresa alemana interesada en publicar El Hobbit en aquel país. Al parecer, la editorial alemana, Rütten & Loening, estaba muy interesada en saber si el erudito británico tenía un origen ario. La segunda de las cartas es uno de los dos borradores que J.R.R. Tolkien propuso a sus editores como posibles respuestas a los empresarios alemanes; como sólo se ha conservado la que expongo a continuación, es de suponer que el otro borrador fue el enviado, y que posiblemente aún era más contundente si cabe.
25 de julio de 1938
Debo decir que la carta de Rütten y Loening que usted me adjunta es un poco
rígida. ¿Tengo que soportar esta impertinencia porque llevo un apellido alemán, o la
lunática ley que los rige exige un certificado de posesión de un origen «arisch» por
parte de todas las personas de todos los países?
Personalmente, me sentiría inclinado a rehusar una Bestätigung -confirmación-
(aunque pueda hacerlo en realidad) y demorar la traducción al alemán. De cualquier modo,
objetaría fuertemente que semejante declaración apareciera impresa. No considero
la (probable) ausencia de toda sangre judía como necesariamente honorable; tengo
numerosos amigos judíos y lamentaría dar cualquier fundamento a la idea de que
suscribo la doctrina racista, perniciosa y del todo anticientífica.
Usted es el principal implicado y no puedo hacer peligrar la oportunidad de
una publicación alemana sin su aprobación. De modo que le presento dos borrado-
res de posibles respuestas.
25 de julio de 1938 20 Northmoor Road, Oxford
Estimados señores:
Gracias por su carta .... Lamento no tener muy en claro a qué se refieren con
arisch. No soy de extracción aria: eso es, indo-iraní; que yo sepa, ninguno de mis
antepasados hablaba indostano, persa, gitano ni ningún otro dialecto afín. Pero si
debo entender que quieren averiguar si soy de origen judío, sólo puedo responder
que lamento no poder afirmar que no tengo antepasados que pertenezcan a ese do-
tado pueblo. Mi tatarabuelo llegó a Inglaterra desde Alemania en el siglo XVIII; la
mayor parte de mi ascendencia, por tanto, es puramente inglesa, y soy súbdito de
Inglaterra; eso debería bastar. No obstante, me he acostumbrado a considerar mi
apellido alemán con orgullo, y seguí considerándolo así durante todo el período de
la lamentable pasada guerra, durante la cual serví en el ejército inglés. Sin embar-
go, no puedo dejar de comentar que si averiguaciones impertinentes e irrelevantes
de esta especie han de convertirse en la regla en cuestiones relacionadas con la li-
teratura, no está entonces distante el momento en que tener un apellido alemán
deje de ser fuente de orgullo.
La averiguación en que se involucran sin duda obedece a las leyes de vuestro
propio país, pero que éstas deban aplicarse a súbditos de otro Estado no es correc-
to, aun si tuvieran (y no la tienen) la menor relación con los méritos de mi obra o la
conveniencia de su publicación, de la que parecen estar satisfechos sin referencia
alguna a mi Abstammung (ascendencia, genealogía).
Confío en que encontrarán esta respuesta satisfactoria,
atentamente suyo,
J.R.R. Tolkien.
¡Demos gracias a Dios por el tremendo siervo que obsequió a toda la humanidad!
Fuentes:
Carpentier, Humphrey (selección); Cartas de J.R.R. Tolkien; Minotauro, Barcelona, 1993.