El período de la Historia de España que comprende el Reino Visigodo (desde el siglo V hasta el año 711), que es cuando auténticamente nace España como entidad política independiente y completamente unificada, ha sido vilipendiado en los últimos tiempos por la historiografía de nuestro país. Se habla mucho y bien del período de dominanción musulmana, de la "Civilización de Al-Andalus" (como se llamaba una asignatura de la Licenciatura de Historia en la Universidad de Málaga -quiero recordar que optativa-), pero no se recuerda que el Reino Visigodo era el estado más floreciente del occidente cristiano cuando acaeció la conquista musulmana. A partir de la unificación social -matrimonios mixtos- y religiosa bajo los reinados de Leovigildo (572-586) y Recaredo (se convirtió al Catolicismo en el 589 -no olvidemos que mientras la población hispano-romana era católica, la élite visigoda profesaba la herejía arriana) respectivamente, y la aparición del Liber Iudiciorum, con la consiguiente unificación jurídica entre el derecho romano y el germánico, (en el 654, reinando Recesvinto) la fuerza del reino se hizo creciente, al menos en lo concerniente al legado cultural y religioso.
¡Qué decir de figurar como el obispo San Isidoro de Sevilla (560-636) -y su hermano San Leandro-, o de San Braulio de Zaragoza, dos grandes Padres de la Iglesia! El primero fue autor de las famosas Etimologías, una de las obras más reproducidas a lo largo de la Edad Media, y defensor de existencia de una nueva realidad: España. El segundo, San Braulio, obispo de Zaragoza (discípulo de San Isidoro y muerto en el 651) colaboró trancendentalmente en la elaboración del Liber Iudiciorum, y escribió una biografía de San Millán, otro personaje ilustre proporcionado por la Iglesia española en el período visigodo.
También merece un recuerdo el grandísimo arzobispo de Toledo San Ildefonso (600-667), cantor como pocos de la virginidad perpetua de la Madre del Señor en su obra De la perpetua virginidad de santa María.
Por último, mencianar al obispo Tajón, quien puso las bases del género teológico de las summas.
¡Coloquemos a este perído de nuestra historia nacional y de la historia de la Iglesia en el lugar que le corresponde!